miércoles, 28 de marzo de 2018

Cuyacabras y Revenga necrópolis.

El yacimiento arqueológico de Cuyacabras, que gracias a las fuentes documentales se sabe podría corresponderse con la antigua aldea de "Villa Godomar", es uno de los testimonios más ilustrativos de la arqueología medieval española. El profesor Alberto del Castillo llevó a cabo unas excavaciones entre 1969 y 1971 que descubrieron la monumental necrópolis de la época de la Repoblación (siglos IX-XIII).
Este yacimiento se encuentra en el municipio de Quintanar de la Sierra, en la Sierra de la Demanda,provincia de Burgos (España)

Se trata de un extenso cementerio, con un mínimo de 183 sepulturas documentadas, que se distribuye alrededor de una iglesia y abarca los sectores más adyacentes y prominentes. Dichos enterramientos, que no proporcionaron ningún resto humano, corresponden al núcleo primitivo de la necrópolis que debemos datar entre el siglo IX y primera mitad del siglo XI. La mayor parte de los testimonios pertenecen a inhumaciones excavadas en la roca, aunque también se registran sepulturas de lajas en forma de cista y un peculiar tipo de nicho lateral. El cementerio debió contar, además, con un número mayor de enterramientos correspondientes a las fases de utilización más tardías del recinto que desconocemos. A pesar de esta circunstancia, los restos conservados conforman la mayor necrópolis de este género documentada en Alto Arlanza.





Comunero de Revenga


Se trata de un conjunto de 133 tumbas antropomórficas, talladas en un afloramiento rocoso y orientadas de este a oeste, que al parecer estaban cubiertas por una losa, desaparecida en su mayoría. En cuanto a su cronología, son de posible origen visigodo, mozárabe o altomedieval.
​ Todos ellos reflejan las formas de vida y enterramiento que adoptaban las poblaciones de la frontera castellana entre mediados del siglo IX y principios del siglo XI, en pleno proceso de confrontación por el dominio del Duero.
Existen diversas modalidades de tumbas, como excavadas directamente en la roca, sarcófagos exentos, tumbas de lajas y nichos, estando en todos los casos cubiertas con lápidas. El expolio sufrido durante siglos no ha respetado la mayoría de ellas, aunque se conservan algunos ejemplares. Abundan las tumbas femeninas e infantiles, y no han aparecido elementos de ajuar en ellas.









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